Hace unos años, el mecanismo más común cuando querías trabajar como periodista era el siguiente: elaborabas un currículum, lo más atractivo posible, lo enviabas a decenas (o cientos) de medios y empresas… Y te sentabas a esperar. A esperar a que sonara la flauta. A que alguna de las decenas de personas que recibían esos dos o tres folios ‘te diera’ trabajo, te ofreciera un buen contrato en una redacción.
Ese escenario ha cambiado para el común de los profesionales. Por la crisis y la reconversión que vive la industria de los medios. Por una competencia mucho mayor en un sector con una cantidad enorme de talento disponible y desaprovechado. Por muchas razones.
Ahora más que nunca, hay que pasar a la acción. Proactividad. ‘Fabricarse’ ese hueco. En los últimos tiempos, la palabra emprendedor se ha manoseado por unos y por otros de una manera, en ocasiones, burda. Y después de todo, tengo algo muy claro: serlo no significa levantar una gran empresa con cientos de miles de euros de facturación. Implica también ser proactivo. No sentarse a esperar a que te den un puesto de trabajo, sino ofrecer tu talento para conseguirlo proponiendo proyectos, trabajos…